Los perros son capaces de detectar los ataques epilépticos en los seres humanos.

Un olfato extraordinario permite a los perros llegar más allá de lo que cualquier tecnología humana es capaz de conseguir cuando se trata de localizar drogas, explosivos e incluso algunas enfermedades, como determinados tipos de cáncer. Los expertos llevan años entrenando a los cánidos para estos y otros propósitos, como la detección de ataques de epilepsia. Sin embargo, los ensayos realizados hasta la fecha demostraron una efectividad variable, con lo que hasta ahora no se tenían pruebas científicas definitivas.

Un nuevo estudio de la Universidad de Rennes publicado recientemente en Scientific Reports sugiere que los cánidos son capaces de detectar un tipo de olor específico que emitimos los humanos cuando padecemos un ataque epiléptico, una hipótesis que abriría la puerta a ayudar a muchos enfermos. “La mayoría de los perros de asistencia específicamente entrenados para las personas epilépticas asisten a los enfermos una vez se ha producido la crisis”, apunta Jennifer Cattet, doctoranda en psicología y etología animal de la Universidad de Ginebra y coautora del estudio.

En el ensayo los investigadores recogieron muestras de sudor de siete pacientes con distintos tipos de epilepsia mientras realizaban distintas actividades: descansando, haciendo ejercicio o sufriendo un ataque epiléptico, y los introdujeron en siete latas (una por actividad), que mostraban a cinco sabuesos a los que entrenaron para detectar esta enfermedad. Todos ellos pudieron identificar la muestra que correspondía al ataque, sugiriendo la posibilidad de que estos animales sean capaces de detectar un olor específico relacionado con esta enfermedad.

“Todavía no sabemos qué moléculas específicas son capaces de detectar estos animales, ni cuándo ni en qué condiciones aparecen -afirma Cattet- Suponemos que los perros pueden adaptar su sentido del olfato dependiendo del contexto. Por ejemplo, sabemos que son capaces de identificar a los individuos más débiles dentro de un grupo de presas. Con lo que es probable que exista un olor emitido por nuestro cuerpo en determinadas situaciones (como una crisis epiléptica o un episodio de estrés) que pueda ser detectado por los cánidos de un modo innato” apunta Cattet.

Sudor tras un ataque epiléptico

Para ser exactos, los investigadores usaron muestras obtenidas durante el ataque, y no antes, por lo que por el momento no pueden deducir con precisión qué tipo de olores son detectables, ni cuándo se producen. Sin embargo, el estudio abre la posibilidad a nuevas líneas de investigación que desarrollen tecnologías que ayuden a predecir ataques.

“El hecho de hayamos detectado un olor específico permite adiestrar a un mayor número de canes que ayuden a personas aquejadas de epilepsia”, afirma Cattet, quien trabaja desde hace años en organizaciones como Medical Mutts, en Estados Unidos, y Handi Chiens, en Francia con un propósito: conseguir que los canes sean capaces de detectar los ataques antes de que se produzcan. Eso sí, no será nada fácil. La investigadora asegura que para su proyecto los perros necesitaron unos tres meses de media.

Deja un comentario

Ir arriba

Suscríbete para recibir nuevas actualizaciones biológicas y los avances más importantes del mundo científico.