Las cigarras (insectos grandes, de alas claras y ojos bulbosos) por su ciclo pasan la mayor parte de su vida como inmaduras, llamadas ninfas, en un promedio de 13 o 17 años, en los que su alimentación es a base de raíces de plantas.
Las icónicas cáscaras marrones de la cigarra, que se pueden encontrar en los árboles y las estructuras, se quedan atrás mientras las ninfas construyen tubos de barro para arrastrarse fuera del suelo hacia un lugar alto para mudar por última vez. La transición de las ninfas que viven en el suelo a adultos maduros se sincroniza en función del año y la temperatura del suelo, lo que permite que toda una cría emerja juntas para reproducirse y poner huevos.
Pero esa larga infancia de las ninfas ha llegado a su fin para miles de millones de ejemplares de estos longevos insectos, que estas semanas han comenzado a salir del suelo en el este de EE UU, por lo que en una sola hectárea de terreno pueden surgir tres millones y medio de ejemplares.
Los cuales han ocasionado gran ruido y este dado por los machos que buscan aparearse y para ello frotan partes de su cuerpo y producen un característico sonido que estos días resuena como una enorme radio mal sintonizada en los campos de Virginia, Virgina Occidental y Carolina del Norte.
La duración del ciclo vital varía según la especie de cigarra, algunas lo desarrollan en un solo año, pero otras, como las que ahora emergen a millones, viven en periodos de 13 o de 17 años por lo que, para la mayoría de las personas, el zumbido de la cigarra no es más que una ligera molestia o fascinación, especialmente con estas grandes crías que solo aparecen aproximadamente una vez cada dos décadas.
Las cigarras o también llamadas chicharas no pican ni son tóxicas, pero esto unido a su gran tamaño, hace que sean un manjar deseado por varios depredadores. Pero estas si puede ser dañina, para muchas plantas, ya que las hembras ovopositan en pequeñas ramas y las marchitan de estos ovopositores salen las ninfas las cuales caen al suelo y se entierran para después alimentarse de las raíces, hasta que llegue la hora de salir, mudar, echar a volar, buscar pareja y en el caso de las hembras, morir tras pocas horas de ovopositar.
Si la planta es joven y gran parte de ella sufre el daño puede llegar a morir. Por eso, los agricultores de las zonas afectadas y para los productores de árboles ornamentales y los administradores de huertos y viñedos, este sonido indica un peligro potencial para sus árboles, vides y retoños juveniles por lo que calculan el tiempo de sus plantaciones para que no coincidan con los temidos pero previsibles ciclos de las chicharras.
Los entomólogos han estado esperando durante años. “Este insecto es realmente fascinante, y si no tienes árboles frutales para proteger, puedes disfrutar de este fenómeno mientras dure”.
Fuente: Virginia Tech Daily