Investigadores atmosféricos en el Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina (AWI, por sus siglas en inglés) han desarrollado un modelo climático que puede representar con precisión el curso sinuoso frecuentemente observado de la corriente en chorro, una importante corriente de aire en el hemisferio norte. El avance se produjo cuando los científicos combinaron su modelo de clima global con un nuevo algoritmo de aprendizaje automático sobre la química del ozono.
Usando su nuevo modelo combinado, ahora pueden demostrar que el curso de onda del chorro de agua en invierno y las condiciones climáticas extremas subsiguientes, los brotes de aire frío en Europa Central y América del Norte son el resultado directo del cambio climático. Sus hallazgos fueron publicados en el portal en línea de Nature Scientific Reports.
El medio precisa que se trata de un potente grupo de vientos que se manifiesta en las latitudes medias del planeta, impulsados por las diferencias de temperatura entre los trópicos y el Ártico. En el pasado han alcanzado a menudo velocidades máximas de hasta 500 kilómetros por hora.
Ahora los científicos observaron que en los últimos años su curso ha cambiado y se ha vuelto más vacilante. En vez de soplar a lo largo de un curso recto, paralelo al ecuador, esos vientos se extienden más a menudo por el hemisferio norte, en oleadas masivas.
En el invierno, esas olas hacen que los brotes de aire a bajas temperaturas sean empujados desde el Ártico hacia las latitudes medias, lo que determina, por ejemplo, el frío extremo registrado este enero en EE.UU. En verano, esa misma corriente en chorro, debilitada, causa el calor prolongado y las condiciones secas que tuvieron lugar en Europa en los últimos años.
Los científicos se preguntaron si esas alteraciones estaban relacionadas con el cambio climático o eran un fenómeno aleatorio. El reciente estudio, basado en un modelo climático y un algoritmo de aprendizaje automático sobre la química del ozono, pudo mostrar que el curso oscilante de la corriente en chorro en invierno, y las subsiguientes condiciones extremas del clima como esos brotes de aire frío en Europa y América del Norte, son resultado directo del cambio climático.
Así, el equipo descubrió que la pérdida del hielo marino y el aumento de la actividad de las ondas atmosféricas causan un calentamiento de la estratosfera polar, lo que a su vez hace vacilante la citada corriente.
“Nuestro estudio muestra que los cambios en la corriente en chorro se deben, al menos en parte, a la pérdida del hielo marino del Ártico”, afirmó el profesor Markus Rex. “Si la capa de hielo continúa disminuyendo, creemos que aumentará la frecuencia y la intensidad de los eventos climáticos extremos observados anteriormente en las latitudes medias”, advirtió.
El investigador y autor del estudio agregó que sus hallazgos “confirman que las fases frías que ocurren con creciente frecuencia en el invierno en EE.UU., Europa y Asia, no son de ninguna manera una contradicción con el calentamiento global, sino que son parte del cambio climático antropogénico”.
Los resultados de la investigación fueron publicados en Scientific Reports.