Las personas que consumen gran cantidad de alimentos ultraprocesados los que contienen una elevada proporción de ingredientes industriales están expuestos a mayores riesgos de sufrir ataques al corazón, accidentes cerebrovasculares, obesidad y cáncer, según sugieren dos estudios independientes que la revista British Medical Journal publicó el pasado 29 de mayo.
Esos productos incluyen bebidas gaseosas y azucaradas, aperitivos salados, sopas instantáneas, cereales para desayuno, helados, pastelería, alimentos prefabricados congelados y carne procesada.
Primer estudio.
La primera investigación, llevada a cabo por investigadores de la Universidad de París (Francia), abarca datos sobre los hábitos alimenticios y el estado de salud de más de 105.000 personas recogidos durante más de cinco años. En ese seguimiento, estos especialistas comprobaron que un incremento del 10 % en el consumo de alimentos ultraprocesados aumenta un 12 % el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, coronarias o cerebrovasculares.
Mathilde Touvier, coatora del trabajo, asegura que las conclusiones no demuestran que esos alimentos sean la causa de los males que describe y señala que la frecuencia de sus efectos negativos es relativamente moderada, pero estima que estos datos suponen una evidencia suficiente para establecer políticas que reduzcan su consumo y aconseja que las personas “eviten estos alimentos al máximo posible” y opten por “volver a dietas más básicas”.
Segundo estudio.
El segundo estudio es obra de integrantes de la Universidad de Navarra (España), que entre 1999 y 2014 analizaron datos similares de unos 20.000 graduados españoles, de los cuales 335 fallecieron en ese periodo de tiempo.
Tras considerar factores como edad, sexo, masa corporal y consumo de tabaco, estos científicos determinaron que la cuarta parte del total que consumió más alimentos ultraprocesados más de cuatro porciones diarias corrían un riesgo 62 % más alto de morir en comparación con la cuarta parte con el menor consumo; es decir, menos de dos porciones al día. Además, cada porción adicional significó un incremento del 18 % en ese peligro.
¿Cómo puedo saber los aditivos que contienen los alimentos que consumo?
La Comisión del Codex Alimentarius establece normas y orientaciones sobre el etiquetado de los alimentos, que se aplican en la mayoría de los países. Además, estas normas exigen a los fabricantes de alimentos que indiquen los aditivos contenidos en sus productos. La Unión Europea, por ejemplo, ha promulgado un reglamento que regula la inclusión en el etiquetado de los aditivos alimentarios, a los que se asignan los denominados «números E». Las personas que tienen alergias o son sensibles a determinados aditivos alimentarios deben leer atentamente estas etiquetas.
Maria Bes-Rastrollo, la autora principal de la publicación, apuntó que es muy importante aprender a reconocer los alimentos ultraprocesados, “listos para ser calentados, bebidos o comidos” y elaborados “predominantemente o en su totalidad con sustancias industriales” que “contienen muy poco o ningún alimento integral”.
Los investigadores reconocen que aún no está claro cómo esos productos pueden dañar la salud, pero sospechan que sus efectos nocivos aparecen a raíz de que remplazan a otros nutrientes más sanos. Además, también pueden resultar perjudiciales los aditivos alimentarios como los conservantes y los potenciadores de sabor, junto a los contaminantes procedentes de los empaquetados.
¿Qué son los aditivos alimentarios?
Las sustancias que se añaden a los alimentos para mantener o mejorar su inocuidad, su frescura, su sabor, su textura o su aspecto se denominan aditivos alimentarios. Algunos de ellos se llevan empleando desde hace siglos para conservar alimentos, como ocurre con la sal (en carnes como el tocino y los pescados secos), el azúcar (en las mermeladas) y el dióxido de azufre (en el vino).
En el transcurso del tiempo se han obtenido una gran variedad de nuevos aditivos para satisfacer las necesidades de la producción alimentaria, ya que las condiciones de preparación de los alimentos a gran escala son muy distintas de las existentes en los hogares. Los aditivos son necesarios para preservar la inocuidad de los alimentos elaborados y para mantenerlos en buenas condiciones durante su transporte desde las fábricas o cocinas industriales hasta los consumidores, pasando por los almacenes y los comercios.
La utilización de aditivos alimentarios solamente está justificada si responde a una necesidad tecnológica, no induce a error al consumidor y se emplea con una función tecnológica bien definida, como la de conservar la calidad nutricional de los alimentos o mejorar su estabilidad.
Estas sustancias se pueden obtener de plantas, animales o minerales o producirse sintéticamente. Se añaden de forma intencionada con un determinado propósito tecnológico para dotar al alimento en cuestión de características que los consumidores suelen identificar con él. Actualmente se utilizan cientos de miles de aditivos con funciones específicas que permiten que los alimentos sean más inocuos o tengan un mejor aspecto.