Los dragones de Komodo (Varanus komodoensis) son seres excepcionales por muchas razones. Pudiendo llegar a pesar hasta 90 kilogramos y medir hasta 2,5 metros desde la cabeza a la cola, se trata del lagarto más grande del mundo. Con uno de los sentidos del olfato más potentes del reino animal, son capaces de detectar a sus presas desde hasta 12 kilómetros de distancia.
Su saliva, altamente venenosa, posee la capacidad de impedir la coagulación de la sangre de sus presas, haciendo de su mordedura, una de las más temibles. Además, pese a tratarse de animales de sangre fría, al contrario que ocurre con el resto de los reptiles, estos colosales lagartos pueden aumentar su metabolismo a niveles cercanos a los de los mamíferos, lo que les otorga una gran velocidad y resistencia.
Este reptil guardó por miles de años un importante secreto dentro de su ADN, el cual fue descubierto recientemente por los científicos.
Científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSFC) y Zoo Atlanta, en Estados Unidos; e investigadores del Instituto Gladstone hurgaron en lo más profundo de los genes del dragón de Komodo y pudieron obtener la primera secuencia de alta resolución del ADN, lo cual permite sacar conclusiones sobre la evolución de la criatura.
El estudio comenzó hace 9 años, a cargo Benoit Bruneau, director de Gladstone; y se usaron herramientas digitales para comparar la secuencia del genoma pertenecientes a los dragones de Komodo y el de otras especies.
Resultados del estudio sobre el dragón de Komodo.
Los científicos encontraron que los genes de estos lagartos han cambiada en la forma en que las células producen y usan la energía, por lo que esta diferencia aumenta la capacidad del organismo haciendo que funcione mejor y se recupere rápidamente.
“Estos cambios probablemente sean clave para la capacidad de Komodo para lograr un metabolismo cercano a los mamíferos”, explica Abigail Lind, investigadora y autora del estudio.
El secreto está en su corazón.
De acuerdo a los científicos, los lagartos no son capaces de realizar fuertes esfuerzos físicos de forma prolongada porque se agotan rápido, pero “los dragones de Komodo pueden correr, nadar o caminar distancias muy largas”, explican los estudiosos.
El secreto de la adaptación se encuentra en cantidad de células mitocondriales que el animal posee, las cuales suministran energía a otras células que controlan la calidad funcional del corazón y de otros músculos.
¿Cómo detectan a sus presas?.
Los investigadores descubrieron que los dragones de Komodo tienen 150 copias de una clases de genes receptores vemoronales (sensores químicos) que forman un sistema sensorial sofisticado y que les permite a estos animales detectar hormonas y feromonas a cientos de kilómetros.
Por ejemplo, si existe algún pariente, pareja, depredador o una presa, este lagarto lo tendrá notificado.
En un futuro próximo, Bruneau y su equipo esperan usar sus hallazgos para investigar cómo los genes que controlan la formación del corazón de vertebrados han cambiado a lo largo de la evolución, ya que la mayoría de los reptiles tienen solo un corazón de tres cámaras, mientras que los mamíferos tienen cuatro cámaras.
La secuenciación completa del genoma del dragón de Komodo también representa un recurso invaluable tanto para los biólogos interesados en estos animales como para los muchos científicos de todo el mundo que investigan la evolución de los vertebrados. “La importancia de este estudio abarca mucho más que esta especie única,”, explica Mendelson. “De hecho, nos brinda un marco excepcional para compararlos con otros animales y comprender las bases genéticas de cómo han evolucionado”, sentencia.
Mayor información en: Abigail L. Lind, Yvonne Y. Y. Lai, […] et al. “Genome of the Komodo dragon reveals adaptations in the cardiovascular and chemosensory systems of monitor lizards”, Nature Ecology & Evolution, 29 July 2019.