Lo más seguro que tiene la vida es la muerte. Sin embargo, salvo estar en una edad realmente avanzada o sufrir una enfermedad terminal, no solemos pensar mucho en que la vida no es eterna. Incluso después de la pérdida de un ser querido, pensamos más en la vida que en la muerte.
Así lo sugiere un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad Bar Ilan, en Israel, que revela que el cerebro humano tiene un mecanismo de defensa que nos protege del miedo existencial a la muerte.
Los autores del estudio explican que el cerebro hace todo lo posible para evitar que pensemos en la muerte. De hecho, él tiene un mecanismo que trata de liberarnos de este tipo de pensamiento al clasificar la muerte como una situación desafortunada asociada con otras personas, como algo que “solo sucede a otros”.
“Nuestro cerebro no acepta que pensemos en la muerte como algo relacionado con nosotros”, refiere Yair Dor-Ziderman, uno de los autores del estudio, en declaraciones al periódico británico The Guardian
“Tenemos un mecanismo primordial que hace que cuando el cerebro obtiene información asociada con la muerte, algo nos dice que no debemos creerlo”.
Es decir, el cerebro trata de protegernos de nuestros pensamientos sobre la muerte ¿Por qué? Porque es crucial no pensar en la muerte para vivir en el presente.
Esta protección comienza a activarse tempranamente en la vida, a medida que nuestras mentes se desarrollan y nos damos cuenta de que la muerte alcanza a todo, incluso a nosotros. “En el momento en que tenemos la capacidad de mirar hacia nuestro futuro, nos damos cuenta de que en algún momento moriremos y no hay nada que se pueda hacer al respecto”, explica Dor-Ziderman.
Pero esto, subraya el científico, va en contra de la naturaleza, porque lo que nuestro organismo biológico quiere es luchar para mantenernos vivos. Para su trabajo, el equipo de investigación desarrolló una prueba para detectar señales de sorpresa en el cerebro y así ver cómo reacciona a los pensamientos sobre la muerte.
El estudio se realizó con voluntarios que aceptaron que se supervisara su actividad cerebral. Se apelaba a vocablos relacionados con la muerte, como velorio o entierro, y los rostros de las personas monitoreadas se proyectaban en una pantalla para registrar las reacciones.
Los científicos descubrieron que, si la cara de una persona brillaba ante estas palabras, el cerebro cerraba “su mecanismo de predicción, negándose a vincular a esa persona con la muerte”.
Avi Goldstein, otro de los investigadores participantes en el trabajo, dijo que los observado “sugiere que el cerebro nos protege de las amenazas existenciales, incluso si pensamos conscientemente en la idea de que vamos a morir.
Es como si el cerebro se acercara a las predicciones de nuestra muerte, catalogando dicha información como perteneciente a otras personas, en lugar de la propia”.
Dor-Ziderman agregó: “No podemos negar racionalmente que vamos a morir, pero (este mecanismo) hace que lo consideremos más como algo que solo les sucede a otras personas”.
El científico israelí ya había señalado en varios de sus estudios que las defensas de nuestro cerebro contra los pensamientos de muerte estaban equilibradas por la realidad de la muerte que nos rodea. Hoy, cree, la sociedad es más fóbica con respecto a la muerte, y quizás es por eso que las personas también saben menos sobre el final de la vida y le temen más.
En conjunto, estos resultados muestran, por primera vez, evidencia de que el cerebro humano cuenta con un mecanismo neurocognitivo de negación de la muerte.
Mayor información: Y.Dor-Ziderman, A.Lutz and A.Goldstein. «Prediction-based neural mechanisms for shielding the self from existential threat». NeuroImage, published: 15 November 2019.
Esto es oro para los investigadores en filosofia existencialista