Quizá le sorprenda saber que el consumo de azúcar ha disminuido de forma constante desde 2008.
Esto podría deberse a varias razones, como un cambio en los gustos y estilos de vida, con la popularidad de las dietas bajas en carbohidratos, como la cetogénica, que ha aumentado en la última década.
También es posible que este descenso se deba a una mayor comprensión de los peligros que supone el consumo excesivo de azúcar para la salud.
Reducir el consumo de azúcar tiene claros beneficios para la salud, como la reducción del consumo de calorías, que puede ayudar a perder peso, y la mejora de la salud dental.
Sin embargo, a veces la gente señala efectos secundarios cuando intenta comer menos azúcar, como dolores de cabeza, fatiga o cambios de humor, que suelen ser temporales. La razón de estos efectos secundarios es poco conocida.
Pero es probable que estos síntomas estén relacionados con la forma en que el cerebro reacciona cuando se expone a los alimentos azucarados, y con la biología de la “recompensa”.
Los hidratos de carbono se presentan en varias formas, como los azúcares, que pueden aparecer de forma natural en muchos alimentos, como la fructosa de las frutas y la lactosa de la leche.
El azúcar de mesa -conocido como sacarosa- se encuentra en la caña de azúcar y la remolacha azucarera, el jarabe de arce e incluso la miel.
Como la producción masiva de alimentos se ha convertido en la norma, la sacarosa y otros azúcares se añaden ahora a los alimentos para hacerlos más apetecibles.
Además de mejorar el sabor y la “sensación en la boca” de los alimentos con alto contenido de azúcar, el azúcar tiene profundos efectos biológicos en el cerebro.
Estos efectos son tan importantes que incluso se ha llegado a debatir si se puede ser “adicto” al azúcar, aunque esto todavía se está estudiando.
La sacarosa activa los receptores de sabor dulce en la boca, lo que finalmente conduce a la liberación de una sustancia química llamada dopamina en el cerebro.
La dopamina es un neurotransmisor, lo que significa que es una sustancia química que transmite mensajes entre los nervios del cerebro.
Cuando estamos expuestos a un estímulo gratificante, el cerebro responde liberando dopamina, razón por la cual a menudo se le llama el químico de la “recompensa”.
Los efectos gratificantes de la dopamina se ven en gran medida en la parte del cerebro involucrada en el placer y la recompensa.
La recompensa gobierna nuestro comportamiento, lo que significa que estamos obligados a repetir los comportamientos que causaron la liberación de dopamina en primer lugar. La dopamina puede llevarnos a buscar alimentos (como la comida chatarra).
Los experimentos tanto en animales como en personas han demostrado cuán profundamente el azúcar activa estas vías de recompensa. La dulzura intensa supera incluso a la cocaína en términos de la recompensa interna que desencadena.
Curiosamente, el azúcar puede activar estas vías de recompensa en el cerebro, ya sea que se pruebe en la boca o se inyecte en el torrente sanguíneo, como se muestra en estudios en ratones. Esto significa que sus efectos son independientes del sabor dulce.
En ratas, hay pruebas sólidas que sugieren que el consumo de sacarosa en realidad puede cambiar las estructuras del cerebro que activa la dopamina, así como alterar el procesamiento emocional y modificar el comportamiento tanto en animales como en humanos.
Dejar el azúcar
Es obvio que el azúcar puede tener un poderoso efecto sobre nosotros. Por eso no es de extrañar que se produzcan efectos negativos cuando comemos menos azúcar o la eliminamos por completo de nuestra dieta.
Durante esta primera etapa de “abstinencia del azúcar” se han registrado síntomas mentales y físicos, como depresión, ansiedad, niebla cerebral y antojos, además de dolores de cabeza, fatiga y mareos.
Esto significa que dejar el azúcar puede resultar desagradable, tanto mental como físicamente, lo que puede dificultar que algunos sigan con el cambio de dieta.
La base de estos síntomas no se ha estudiado en profundidad, pero es probable que también estén relacionados con las vías de recompensa del cerebro.
Aunque la idea de la “adicción al azúcar” es controvertida, las pruebas realizadas en ratas han demostrado que, al igual que otras sustancias adictivas, el azúcar es capaz de inducir atracones, antojos y ansiedad por la abstinencia.
Otras investigaciones en animales han demostrado que los efectos de la adicción al azúcar, la abstinencia y la recaída son similares a los de las drogas.
Pero la mayor parte de las investigaciones que existen en este campo son en animales, por lo que actualmente es difícil decir si es lo mismo para los humanos.
Las vías de recompensa del cerebro humano han permanecido inalteradas por la evolución, y es probable que muchos otros organismos tengan vías de recompensa similares en sus cerebros.
Esto significa que los efectos biológicos de la abstinencia de azúcar observados en los animales probablemente también se produzcan en cierta medida en los seres humanos, ya que nuestros cerebros tienen vías de recompensa similares.
Es casi seguro que un cambio en el equilibrio químico del cerebro está detrás de los síntomas observados en los seres humanos que eliminan o reducen el azúcar en la dieta.
Además de participar en la recompensa, la dopamina también regula el control hormonal, las náuseas y los vómitos y la ansiedad. Al eliminar el azúcar de la dieta, la rápida reducción de los efectos de la dopamina en el cerebro probablemente interferiría en el funcionamiento normal de muchas vías cerebrales diferentes, lo que explicaría por qué las personas informan de estos síntomas.
Aunque la investigación sobre la abstinencia de azúcar en los seres humanos es limitada, un estudio ha proporcionado pruebas de los síntomas de abstinencia y el aumento de los antojos de azúcar después de la eliminación del azúcar de las dietas de los adolescentes con sobrepeso y obesidad.
Al igual que con cualquier cambio en la dieta, la clave es mantenerla. Por lo tanto, si quiere reducir el azúcar de su dieta a largo plazo, es crucial que sea capaz de superar las primeras semanas difíciles.
Sin embargo, es importante reconocer que el azúcar no es “malo” en sí mismo, sino que debe consumirse con moderación junto con una dieta sana y ejercicio.
Autor: James Brown.
Profesor Asociado de Biología y Ciencias Biomédicas, Universidad de Aston… Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation, bajo una licencia Creative Commons.
muy buena reflexión y documento….