Según la ciencia, hasta un 90% de las personas han sufrido alguna vez una pesadilla. Pese a que a veces son experiencias traumáticas, los expertos creen que se trata de un fenómeno positivo.
Un reportaje de la BBC explica que según la Asociación Estadounidense del Sueño, tener pesadillas puede ayudar al cerebro a procesar las experiencias intensas vividas a lo largo del día. También nos ayudan a lidiar con eventos perturbadores en la vida real.
Juan Pareja Grande, responsable de la Unidad del Sueño en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, declaró a BBC que “las experiencias angustiosas se pueden rememorar durante el sueño adquiriendo un carácter dramático”. Así, los sueños nos pueden permitir quitarle importancia a las conexiones inútiles, mezclando cosas aterradoras con cosas que no lo son, de modo que con el tiempo nos asustaríamos menos.
Según el doctor Pareja, “en la inmensa mayoría de los pacientes, las pesadillas no requieren tratamiento”.
Las pesadillas suelen producirse normalmente en el primer tercio de la noche. Esto es, si dormimos unas ocho horas, estos malos sueños aparecerán en las dos horas y media posteriores a dormirnos. Aunque el fenómeno es espontáneo, el doctor Pareja cree que el estrés, la ansiedad o algunos fármacos pueden causar pesadillas. “Los medicamentos que causan con más frecuencia pesadillas son los destinados a tratar la hipertensión arterial”, explica, pero también los psicofármacos, los remedios contra el Parkinson, las enfermedades neurodegenerativas o para el corazón. También los parches o las pastillas para dejar de fumar pueden provocarlos, así como el consumo de alcohol y drogas.
Cuando las pesadillas son muy recurrentes, normalmente se tratan por médicos o terapeutas. “La mayoría de pesadillas crónicas son causadas por problemas psicológicos, y para ello se debe consultar a un psicólogo o terapeuta”, explica la Asociación Estadounidense del Sueño.
La clínica Mayo de Estados Unidos sostiene que la terapia de ensayo en imaginación es un tratamiento eficaz: “Consiste en cambiar el final de la pesadilla que recuerdas mientras estás despierto para que no sea amenazadora. Luego, ensayas el nuevo final en tu mente. Este enfoque puede reducir la frecuencia de las pesadillas”, explican.
Factores de riesgo para tener pesadillas.
Entre los factores de riesgo no modificables y que vuelven a una persona más propensa a tener pesadillas están la edad –niños, adolescentes y jóvenes sufren más estos malos sueños que los adultos a partir de los 40 años–, y el sexo, ya que con independencia de la edad, las niñas y mujeres son más propensas a tener pesadillas que los individuos del género masculino.
Algunas hipótesis indican que los sueños podrían desempeñar una función biológica evolutiva, que nos ayudaría a trabajar, mientras dormimos, sobre ciertas facetas de nuestra vida cotidiana no resueltas
Los estímulos externos que influyen en la actividad de nuestro cerebro son determinantes a la hora de tener pesadillas, por lo que intentar evitarlos y establecer una buena higiene del sueño nos ayudará a dormir bien y sin sobresaltos. Entre las principales causas de malos sueños están:
- Elevados niveles de estrés y ansiedad, que activan el cerebro, dificultan la relajación muscular, e impiden desconectar de las tareas y los problemas.
- Una cena copiosa o que incluya alimentos o bebidas pesados de digerir o que contengan sustancias excitantes (chocolate, café, té, bebidas energéticas…), no solo hace que cueste más conciliar el sueño sino que, una vez dormido, favorece la aparición de pesadillas.
- Consumo de ciertos medicamentos, especialmente antidepresivos ansiolíticos e hipnóticos (que se emplean para combatir el insomnio), pero también se han descrito casos con fármacos de uso común como antibióticos o antiinflamatorios.
- Ingesta de alcohol, o síndrome de abstinencia por haber dejado de beber.
- Fiebre alta a consecuencia de alguna enfermedad.
- Situaciones estresantes como una mudanza, estar en época de exámenes, un divorcio, o una experiencia traumática para el sujeto, pueden manifestarse en forma de pesadillas recurrentes.
Aunque las pesadillas, en sí mismas, no supongan un problema de salud ni una enfermedad, si son frecuentes pueden ser un síntoma de un trastorno emocional, o un efecto secundario de algún medicamento que estés tomando, por lo que deberías consultarlo con tu médico.