Esta es la sorprendente razón por la que suspiramos de manera involuntaria.

Muchas veces se suele asociar el suspiro a algún estado de ánimo. Es muy común escuchar decir que alguien suspira de amor, aunque también lo hacemos cuando estamos cansados, tristes o aliviados. Sin embargo, suspirar tiene una función biológica que excede lo meramente emocional y que se relaciona con la preservación de nuestra capacidad pulmonar. 

Según un trabajo publicado en la revista Nature por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y de la Universidad de Stanford, aunque no nos demos cuenta suspiramos unas 12 veces por hora, gracias a un sistema cerebral que le ordena al cuerpo hacerlo de forma inconsciente. Pero no sólo eso: sin esas inhalaciones ni expiraciones profundas moriríamos –señalan los autores–.

Usando un modelo de ratón, Krasnow y sus colegas examinaron más de 19,000 patrones de expresión génica en las células cerebrales de los animales. Encontraron aproximadamente 200 neuronas en el tronco encefálico que fabrican y liberan neuropéptidos, que permiten que las células cerebrales se comuniquen entre sí. Aun así, los científicos no sabían con qué células cerebrales se comunicaban estas neuronas o por qué.

Por el contrario, Feldman sabía que la misma familia de péptidos, que también se encuentra en los humanos, era muy activa en una parte del cerebro que influye en la respiración y juega un papel importante en los suspiros. Lo que no había identificado eran los genes o las neuronas que los controlaban.

Al unir fuerzas, los laboratorios de Krasnow y Feldman descubrieron que los péptidos excitaron un segundo conjunto de 200 neuronas. Estas células aumentaron la velocidad con la que activaron los músculos respiratorios del ratón para producir un suspiro, de aproximadamente 40 veces por hora a más de 400 veces por hora.

¿Pero para qué sirve suspirar? Nuestros pulmones poseen cerca de 500 millones de alvéolos, que son como pequeñas bolsitas, encargadas del intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre los pulmones y el sistema circulatorio. 

Cuando estos colapsan, el cerebro activa un sistema de emergencia que regula los tipos de respiración y que, en este caso, implica “simplemente” suspirar. Lo más llamativo, según los investigadores es que, “los suspiros parecen ser regulados por el menor número de neuronas que hemos visto asociados con un comportamiento humano fundamental”. 

“Esto hace que ingrese el doble del volumen normal de una respiración”, explicó Jack Feldman, miembro del Instituto de Investigación Cerebral y profesor de neurobiología en la Escuela de Medicina de UCLA. “Un suspiro es una respiración profunda, pero no es algo voluntario.

Empieza como una inhalación normal, pero antes de expirar tomas una segunda inhalación por encima de la primera”, describió el experto y advirtió que “si nos suspiráramos cada cinco minutos, aproximadamente, los alvéolos lentamente colapsarían y los pulmones comenzarían a fallar”.

Lo que continúa siendo un pequeño misterio es el vínculo entre suspiros y estados de ánimos concretos. Está demostrado que, en estados de estrés, por ejemplo, suspiramos más a menudo. «Puede que las neuronas situadas en zonas del cerebro relacionadas con las emociones liberen los neuropéptidos que provocan los suspiros, pero por el momento no lo sabemos», explica el investigador Jack Feldman. Mientras lo averiguan, suspira sin remordimientos: tus pulmones lo agradecerán.

Referencia: Peng Li, Wiktor A. Janczewski, Kevin Yackle, Kaiwen Kam, et al. «The peptidergic control circuit for sighing». Nature, Published: 08 February 2016.

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