Un nuevo estudio revela que los pulpos son capaces de sentir angustia, sentimientos de pérdida y dolor emocional complejo, más allá de sus lesiones físicas.
Hasta ahora sabíamos que los pulpos son animales muy inteligentes, que pueden abrir frascos, reconocer a humanos individuales, recordar rompecabezas que se les han dado antes, e incluso escapar de un acuario.
Ahora, un nuevo estudio publicado en iScience explica por primera vez que los pulpos sienten dolor de una manera parecida a los mamíferos. Y ojo, no solo como reflejo de estímulos dañinos o lesiones, sino también en forma de estado emocional complejo que produce angustia o sufrimiento.
Pese a estar considerados como los invertebrados más complejos del planeta por su estructura neurológica, su capacidad para generar una respuesta emocional ante el dolor no estaba clara. Para resolver esta cuestión, los investigadores sometieron los cefalópodos a los mismos protocolos de laboratorio utilizados para las pruebas de dolor en roedores.
Durante la investigación, los animales fueron colocados en una caja de tres cámaras. En una de ellas les aplicaron a algunos una inyección de ácido acético en un tentáculo, después de lo cual mostraban la clara intención de evitar esa cámara.
Por el contrario, los individuos inyectados con solución salina no dañina no mostraron ese comportamiento de evasión. Además, cuando a los pulpos que habían recibido una inyección dolorosa se les administraba un analgésico, tendían a preferir la cámara en la que experimentaban un alivio inmediato del dolor.
Esta preferencia por el lugar, libre de daño, se considera una fuerte evidencia de una experiencia de dolor afectivo en los vertebrados. No habría razón para pensar que en otro tipo de organismos con sistemas neuronales complejos pudiera ser de otra forma.
Además, la neuróloga Robyn Crook, halló que los pulpos podían distinguir entre calidades e intensidades de dolor en distintas partes del cuerpo, ya que los que recibieron el ácido tuvieron comportamientos vinculados con el aseo del sitio en el que fueron inyectados y eliminaron una pequeña área de su piel.
Por otra parte, a través de grabaciones electrofísicas, la neuróloga demostró de forma indirecta la existencia de una respuesta periférica prolongada en el camino hacia el cerebro, lo que pareciera representar la intensidad de la experiencia de dolor por las inyecciones de ácido. Esos mensajes rápidamente desaparecieron cuando el dolor fue combatido con un analgésico.
“Nuestro objetivo con este estudio era trasladar la cuestión del dolor de invertebrados más allá de toda duda razonable, de modo que los esfuerzos para regular mejor su uso humano puedan continuar con una sólida base probatoria que hasta ahora ha sido carente”, dijo el laboratorio de Crook en un comunicado.
Mayor información: Robyn J. Crook and Show footnotes. «Behavioral and neurophysiological evidence suggests affective pain experience in octopus». iScience. Published: March 19, 2021.
Excelente estudio! Los animales, nuestros hermanos menores no dejaran nunca de sorprendernos. “Aquí vale la palabra nunca”