El veinte de mayo del presente año, en el Día Mundial de la Metrología, el kilogramo cambió para siempre. Ese mismo día entró en vigor los cambios que fueron aprobados en la 26.ª Conferencia General de Pesos y Medidas, que se celebró en la ciudad francesa de Versalles en noviembre del año pasado.
Durante 130 años, el patrón del kilogramo ha sido un objeto material, un cilindro metálico denominado Grand K, pero a partir del lunes su definición derivará de un valor establecido a partir de una constante física de la naturaleza, conocida como constante de Planck. Este concepto proviene de la física cuántica y establece proporciones entre energía y frecuencia.
Thomas Grenon, director general del Laboratorio Nacional de Metrología y Ensayos de Francia explicó que el Grand K existe ya desde hace mucho tiempo y su masa puede cambiar, lo que no resulta conveniente, sobre todo teniendo en cuenta “los niveles de precisión que necesitamos hoy en día” con tecnologías de alta precisión.
Ese mismo día otras tres unidades básicas, el amperio, el kelvin y el mol, también se han redefinido. En este caso resultó más sencillo cambiarlas, ya que no estaban basadas en un artefacto físico.
Para la mayoría de nosotros las nuevas definiciones no supondrán cambios notables, aunque para la comunidad científica se trató de un momento histórico.
¿Las razones? Aunque no están claras, se apuntan como posibilidades que el metal haya absorbido moléculas del aire microscópicos, o que las propios limpiezas periódicas a las que ha estado sometido, incluso un pequeño rasguño, hayan influido en el cambio. Sea como fuera, el kilo ya no era el mismo kilo original, había perdido a lo largo de su vida útil 50 microgramos de masa.
Esta es la razón por la que hoy el kilogramo pasa a redefinirse, no por otro objeto, sino por una propiedad fundamental de la naturaleza conocida como la constante de Planck, la cual se mide en julios por segundo.
Al igual que la velocidad de la luz, el valor de la constante de Planck no puede fluctuar: está construido con una precisión exquisita en el tejido mismo del universo. Según ha explicado el físico Stephan Schlamminger del NIST.
Si te preguntas cómo te afectará en el día a día, apenas notarás diferencia. En la práctica, los investigadores que necesiten determinar con exactitud la masa equivalente a un kilogramo podrán usar una Balanza de Kibble o Balanza de Watt, un dispositivo que permite probar la fuerza electromagnética necesaria para equilibrar una masa de prueba.
Sea como fuere, la última medida que quedaba basada en un objeto físico es historia. El universo pasa a ser la medida del kilo. [Motherboard].