¿Tienes ansiedad? ¿Ha intentado todo para superarla, pero no deja de aparecer? ¿Quizá creía que la había superado, pero los síntomas vuelven a aparecer con fuerza? Sean cuales sean sus circunstancias, la ciencia puede ayudarle a vencer la ansiedad para siempre.
La ansiedad puede manifestarse en forma de miedo, inquietud, incapacidad para concentrarse en el trabajo o la escuela, dificultad para conciliar el sueño por la noche o facilidad para irritarse.
En situaciones sociales, puede dificultar la conversación con los demás; puedes sentir que te juzgan constantemente o tener síntomas como tartamudeo, sudoración, rubor o malestar estomacal.
Puede aparecer de repente como un ataque de pánico, cuando los picos repentinos de ansiedad le hacen sentir que está a punto de tener un ataque al corazón, volverse loco o perder el control.
O puede estar presente todo el tiempo, como en el trastorno de ansiedad generalizada, cuando la preocupación difusa y generalizada te consume y miras el futuro con temor.
La mayoría de las personas la experimentan en algún momento, pero si la ansiedad empieza a interferir en su vida, en su sueño, en su capacidad para entablar relaciones o en su productividad en el trabajo o en los estudios, es posible que padezca un trastorno de ansiedad.
Las investigaciones demuestran que, si no se trata, la ansiedad puede conducir a la depresión, la muerte prematura y el suicidio. Y aunque efectivamente puede provocar estas graves consecuencias para la salud, la medicación que se prescribe para tratar la ansiedad no suele funcionar a largo plazo. Los síntomas suelen reaparecer y se vuelve al punto de partida.
Cómo la ciencia puede ayudar
La forma de afrontar o manejar las cosas en la vida tiene un impacto directo en la cantidad de ansiedad que se experimenta; por lo tanto, si se modifica la forma de afrontar las cosas, se pueden reducir los niveles de ansiedad.
¿Siente que tu vida está fuera de control? ¿Te cuesta tomar decisiones o ponerte en marcha? Pues bien, una forma de superar la indecisión o de poner en marcha ese nuevo proyecto es “hacerlo mal”.
Esto puede sonar extraño, pero el escritor y poeta GK Chesterton dijo que: “Todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo mal”. Y tenía razón. La razón por la que esto funciona tan bien es que acelera tu proceso de toma de decisiones y te catapulta directamente a la acción.
De lo contrario, podrías pasarte horas decidiendo cómo debes hacer algo o qué debes hacer, lo que puede llevar mucho tiempo y ser estresante.
La gente suele querer hacer algo “perfectamente” o esperar el “momento perfecto” para empezar. Pero esto puede llevar a la procrastinación, a largos retrasos o incluso a impedir que lo hagamos. Y eso provoca estrés, y ansiedad.
En su lugar, ¿por qué no empezar “haciéndolo mal” y sin preocuparse de cómo va a salir? Esto no sólo hará que sea mucho más fácil empezar, sino que también descubrirá que está completando las tareas mucho más rápido que antes.
En la mayoría de los casos, también descubrirás que no lo estás haciendo tan mal después de todo; incluso si lo estás haciendo, siempre puedes afinarlo más tarde.
Utilizar el lema “hazlo mal” te da el valor de probar cosas nuevas, añade un poco de diversión a todo y evita preocuparte demasiado por el resultado. Se trata de hacerlo mal hoy y mejorar sobre la marcha. En última instancia, se trata de la liberación.
Perdonarse a sí mismo y “esperar a preocuparse”.
¿Eres especialmente crítico contigo mismo y con los errores que cometes? Pues imagina que tienes un amigo que te señala constantemente todo lo que está mal en ti y en tu vida. Probablemente querrías deshacerte de ellos de inmediato.
Pero las personas con ansiedad suelen hacerse esto a sí mismas con tanta frecuencia que ya no se dan cuenta. Simplemente no son amables consigo mismas.
Así que tal vez sea el momento de cambiar y empezar a perdonarnos por los errores que cometemos. Si sientes que te has avergonzado en una situación, no te critiques, simplemente date cuenta de que tienes ese impulso de culparte a ti mismo, luego deja el pensamiento negativo y vuelve a dirigir tu atención a la tarea que tienes entre manos o a lo que estabas haciendo.
Otra estrategia eficaz es “esperar a preocuparse”. Si algo ha salido mal y te sientes obligado a preocuparte (porque crees que has metido la pata), no lo hagas inmediatamente. En su lugar, posponga su preocupación: reserve 10 minutos al día durante los cuales podrá preocuparse por cualquier cosa.
Si lo haces, descubrirás que no percibirás la situación que desencadenó la ansiedad inicial como algo molesto o preocupante cuando vuelvas a ella más tarde. Y nuestros pensamientos decaen muy rápidamente si no los alimentamos con energía.
Encontrar el propósito de la vida ayudando a los demás
También vale la pena pensar en qué parte del día pasas pensando en otra persona. Si es muy poco o nada, entonces corres un alto riesgo de tener una mala salud mental.
Independientemente de cuánto trabajemos o de la cantidad de dinero que ganemos, no podemos ser verdaderamente felices hasta que sepamos que otra persona nos necesita y depende de nuestra productividad o amor.
Esto no significa que necesitemos los elogios de la gente, pero hacer algo pensando en otra persona nos quita el protagonismo a nosotros (y a nuestras ansiedades y preocupaciones) y lo pone en los demás, y en cómo podemos marcar la diferencia para ellos.
Se ha demostrado que estar conectado con la gente es uno de los amortiguadores más potentes contra la mala salud mental. El neurólogo Viktor Frankl escribió:
“Para la gente que piensa que no hay nada por lo que vivir, nada más que esperar de la vida… la cuestión es conseguir que estas personas se den cuenta de que la vida sigue esperando algo de ellos”
Saber que otra persona te necesita hace más fácil soportar los momentos más duros. Sabrás el “por qué” de tu existencia y podrás soportar casi cualquier “cómo”.
Entonces, ¿Cómo puedes hacerte importante en la vida de otra persona? Puede ser algo tan sencillo como cuidar de un hijo o de un padre anciano, hacer un voluntariado o terminar un trabajo que pueda beneficiar a las generaciones futuras.
Aunque estas personas nunca se den cuenta de lo que has hecho por ellas, no importa porque lo sabrán. Y esto les hará darse cuenta de la singularidad e importancia de su vida.
Autor: Olivia Remes.
PhD Candidate, Universidad de Cambridge. Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation, bajo una licencia Creative Commons.
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