¿Podéis imaginar un ser vivo que pueda aguantar 30 años sin ingerir alimentos? Los científicos creen que puede sobrevivir a cualquier cataclismo astrofísico. Es el Tardígrado más conocido como el Oso de Agua: resiste 30 años sin comer ni beber. ¡Impresionante!
Los científicos evaluaron la recuperación de estos diminutos animales ante sucesos astrofísicos extremos pero posibles que podrían producir una esterilización del planeta: el impacto de un asteroide, explosión de una estrella dando lugar a una supernova y explosiones de rayos gamma. Los tardígrados sobreviven a temperaturas como -272º C. durante unos minutos o como ya hemos dicho a unas tan altas como los 150º C. Aguantan presiones que van desde las 0 atmósferas en el espacio hasta 1.200 atmósferas en las fosas Marianas y radiaciones tan potentes como más de 5.000 Gy.
Pero como lo hace..?, este organismo es capaz de desacelerar su metabolismo, como si de detener el tiempo se tratase, todo gracias a su estado de animación suspendida, llamada anhidrobiosis.
Este sistema biológico ha sorprendido a un grupo de científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, que viene estudiando a estas criaturas con el fin de encontrar tratamientos médicos que detengan el daño a los tejidos para hacer una pausa en la muerte celular.
Cuando realizan la anhidrobiosis (suspensión temporal de algunos de los procesos vitales de un organismo que tiene que permanecer mucho tiempo en estado de desecación), estos seres invertebrados se enroscan en una bolita disecada y reducen su metabolismo al 0.01% de lo normal. Así pueden permanecer durante muchos años y reanudar su actividad al ser rehidratados.
En 2017, varios científicos descubrieron proteínas singulares, llamadas proteínas intrínsecamente desordenadas específicas de los tardígrados, que podrían ayudar a colocar las células de las criaturas en un estado protector.
Aún no está claro precisamente cómo funcionan estas proteínas, dijo Roger Larken Chang, que dirige el laboratorio de Silver. Investigaciones sugieren que podrían formar un cristal biológico que inmoviliza todo en una célula durante periodos de estrés.
Para sentar las bases para diseñar una nueva proteína sintética, Silver y Chang han hecho equipo con Debora Marks, bióloga informática en Harvard cuyo laboratorio ha creado un algoritmo que puede buscar patrones recurrentes en millones de secuencias proteínicas.
“Se puede usar eso, a su vez, para entender cosas sobre estructura, función y efectos de mutación de las proteínas o, incluso más que eso, para generar secuencias para diseño”, explicó Marks.
El equipo está recibiendo fondos del Ejército de Estados Unidos para tratar de encontrar terapias basadas en proteínas para detener hemorragias y la muerte de tejidos en lesiones traumáticas, señaló Silver.
Más allá del combate, hay muchas aplicaciones potenciales, como la preservación sin refrigeración de medicamentos basados en proteínas, óvulos para fertilización in vitro u órganos para trasplante, dijo Chang.