Foto: Nico Schramma / MPIDS.

Descubren cómo un organismo sin cerebro puede almacenar recuerdos.

Memorizar dónde se hallan las fuentes de alimento o las posibles amenazas resulta clave para tomar decisiones y sobrevivir en entornos complejos. Pero, ¿cómo consiguen prosperar en estos ambientes los organismos simples que no poseen un sistema nervioso central? 

Este es el caso del moho del limo Physarum polycephalum, que ha desconcertado a los investigadores durante muchas décadas. Este organismo único, que existe en la encrucijada entre los reinos de los animales, las plantas y los hongos, proporciona información sobre la historia evolutiva temprana de los eucariotas. 

Su cuerpo es una única célula gigante formada por tubos interconectados que forman redes intrincadas. Esta única célula parecida a una ameba puede estirarse varios centímetros o incluso metros, y figura como la célula más grande de la tierra en el Libro Guinness de los Récords Mundiales.

Una de sus características principales es que no tiene sistema nervioso. Sin embargo, una investigación desarrollada en 2016 descubrió que tenía memoria: era capaz de recordar una sustancia ofensiva, aunque desagradable, y al mismo tiempo puede trasladar ese recuerdo a otros mohos de limo.

Cuando se coloca en un nuevo entorno, un moho de limo envía una red fractal de zarcillos tubulares para explorar sus alrededores, el moho codifica información sobre lo que encuentra durante estas búsquedas al cambiar el diámetro de sus tubos exploratorios, según el nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

El principal hallazgo del estudio surgió simplemente al observar un moho de limo amarillo brillante llamado Physarum polycephalum hacer su trabajo bajo un microscopio. Cuando el moho encontró comida, los investigadores notaron que la red de tubos y zarcillos cambiaba su arquitectura en respuesta, y algunos se volvían más gruesos y otros más delgados. 

Según el artículo, “los recuerdos almacenados en la jerarquía de los diámetros de los tubos, y particularmente en la ubicación de los tubos gruesos, se superponen posteriormente, y cada nuevo estímulo refuerza y ​​debilita de manera diferencial los tubos gruesos existentes en superposición de los recuerdos existentes”.

Ese patrón de tubos cada vez más gruesos y delgados acaba sirviendo como una huella persistente, es decir, una forma rudimentaria de memoria.

Esta forma básica de memoria puede ayudar a los mohos de limo a resolver acertijos complejos, como encontrar la ruta más rápida hacia la comida o el camino más corto a través de un laberinto, dijo la autora principal del articulo Karen Alim, profesora asociada de física biológica en la Universidad Técnica de Munich.

Mayor información: Mirna Kramar and Karen Alim. «Encoding memory in tube diameter hierarchy of living flow network». National Academy of Sciences. Published: March 9, 2021.

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