Este robot de peluche alivia la soledad, reduce el dolor y aumenta la felicidad.

Como la pandemia de coronavirus deja a muchos perdiendo el calor del abrazo humano, los científicos de BGU descubren que los robots pueden ayudar a los que sufren dolor cuando no hay nadie para sostener su mano.

Como parte del estudio, los participantes expusieron su piel a altas temperaturas. Los hallazgos indicaron que, con la compañía y el toque de un robot peludo, los sujetos experimentaron dolor con menos intensidad.

Publicado en la revista Scientific Reports, esta investigación representa “un primer paso en la dirección del alivio del dolor robotizado”, dice la Dra. Shelly Levy Tzedek, directora del Laboratorio de Cognición, Envejecimiento y Rehabilitación del Departamento de Fisioterapia de BGU   y miembro de El Centro Zlotowski de Neurociencia de la  Universidad, que agrega que se suma a un cuerpo de investigación que podría hacer que los robots de compañía sean comunes en los hospitales y para los ancianos.

Se sabe que el contacto humano tiene potencial para hacer que las personas sientan menos dolor, pero durante las restricciones de distanciamiento social, los médicos, enfermeras, cuidadores y otros no familiares que normalmente pueden ofrecer comodidad física a menudo no lo hacen, señala el Dr. Levy-Tzedek.

“Nuestra investigación sugiere que los robots sociales pueden ayudar a aliviar parte de la soledad y otros sentimientos que las personas tienen por falta de contacto social e interacción humana”, dice el Dr. Levy-Tzedek. Los resultados presentan una nueva contribución al campo, que generalmente se ha concentrado en los niños en lugar de los adultos.

Los adultos sanos participaron en sesiones que duraron menos de una hora, durante las cuales fueron sometidos a diferentes niveles de dolor.

Algunos de los 83 voluntarios fueron presentados a PARO, un robot social producido en Japón que parece un sello blanco peludo. El robot hace ruidos de sello y mueve su cabeza y aletas en respuesta a ser tocado y hablado.

PARO interactuó con los voluntarios y les pidió que realizaran una serie de ejercicios que invitaban a su toque. 

Además de sentir el dolor con menos intensidad, aquellos que interactuaron con el robot informaron niveles de felicidad más altos que los demás, y se descubrió que tenían niveles más bajos de oxitocina.

Si bien la oxitocina se conoce como la “hormona del amor”, cuando se produce fuera del contexto de una relación, puede reflejar el estrés, lo que sugiere que el robot provoca una caída en los niveles de estrés.

La caída en los niveles de dolor es particularmente prometedora. “Incluso una interacción corta con un robot puede conducir a la reducción del dolor, y esto abre posibilidades para que los robots enfrenten situaciones de dolor, ya sea que se extraiga sangre o después de una operación”, dice el Dr. Levy-Tzedek.

Los hallazgos “revelan un profundo efecto de la interacción social humano-robot sobre el dolor y las emociones” y “ofrecen nuevas estrategias para el manejo del dolor y para mejorar el bienestar”, dice el Dr. Levy-Tzedek.

Mayor información: Nirit Geva, Florina Uzefovsky y Shelly Levy-Tzedek «Touching the social robot PARO reduces pain perception and salivary oxytocin levels». Scientific Reports, Published: June 17, 2020.

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