Los seres humanos somos únicos entre los grandes simios por carecer de una característica que la mayoría de los demás animales con columna vertebral poseen: una cola.
A lo largo de nuestra historia evolutiva, nuestros antepasados perdieron gradualmente este apéndice, dejando hoy en día solo un pequeño remanente embrionario que desaparece antes del nacimiento.
Pero ¿cuáles fueron los factores genéticos y las adaptaciones biológicas detrás de esta pérdida?
El misterio genético detrás de la ausencia de cola
Durante mucho tiempo, los científicos teorizaron que la pérdida de la cola en humanos y grandes simios estaba relacionada con la transición al bipedismo y la locomoción erguida. Sin embargo, poco se sabía sobre los mecanismos genéticos precisos que provocaron esta pérdida evolutiva… hasta ahora.
En un avance reciente publicado en la revista Nature, un equipo de investigadores descubrió que un pequeño fragmento de código genético conocido como elemento Alu desempeñó un papel clave.
Este fragmento, anteriormente considerado «ADN basura», se insertó en el gen TBXT asociado con la longitud de la cola en el ancestro de los hominoideos (grandes simios y humanos) hace unos 25 millones de años.
La poderosa influencia de un gen diminuto
A través de experimentos con ratones modificados genéticamente, los científicos demostraron que la inserción de Alu en el gen TBXT provocó la producción de una variante proteica que acortaba gradualmente la longitud de la cola. Cuanta más cantidad de esta proteína se producía, más cortas eran las colas de los roedores.
Este descubrimiento resalta la importancia de los elementos genéticos móviles como Alu, que durante mucho tiempo se consideraron simples «ADN basura» sin función aparente. En realidad, estas secuencias pueden tener un impacto profundo en el desarrollo morfológico y la fisiología de las especies.
La evolución de la ausencia de cola antes del bipedismo
Un hallazgo clave de este estudio es que la pérdida de la cola en los antepasados de los hominoideos parece haber ocurrido antes de la evolución del bipedismo y la locomoción erguida.
Los fósiles de antiguos primates arborícolas como Procónsul y Ekembo, de hace 21 y 18 millones de años respectivamente, ya carecían de cola, pero caminaban sobre cuatro extremidades.
Esto sugiere que la falta de cola no fue inicialmente una adaptación al bipedismo, como se creía anteriormente. En su lugar, pudo haber surgido por otros factores evolutivos, y la locomoción erguida pudo haber evolucionado posteriormente como una adaptación a la pérdida de la cola para facilitar el equilibrio en las ramas.
Las implicaciones para comprender los defectos del desarrollo
Además de arrojar luz sobre nuestra evolución como especie, este descubrimiento también podría tener implicaciones para comprender ciertos defectos del tubo neural que pueden ocurrir durante el desarrollo embrionario humano, como la espina bífida.
En los experimentos con ratones, los investigadores observaron que algunas de las crías modificadas genéticamente para perder la cola desarrollaban deformidades similares a la espina bífida.
Esto sugiere que explorar el vínculo entre la mutación de Alu y la ausencia de cola podría conducir a nuevos conocimientos sobre estos trastornos del desarrollo en humanos.
Aunque la pérdida de la cola pueda parecer un rasgo menor, este reciente avance científico demuestra su importancia en nuestra historia evolutiva y destaca la complejidad de los mecanismos genéticos que dieron forma a nuestra morfología actual.
A medida que la investigación continúe, es probable que se revelen más secretos sobre esta adaptación única de nuestra especie.
Referencia: Xia, B., Zhang, W., Zhao, G. et al. On the genetic basis of tail-loss evolution in humans and apes. Nature 626, 1042–1048 (2024). https://doi.org/10.1038/s41586-024-07095-8