En los últimos años, a medida que las sociedades han entrado en conciencia, se ha tocado más este tema. Debido a esto, hemos llegado a notar finalmente que el CH4 y sus emisiones pueden llegar a ser incluso más peligrosos y perjudiciales que el propio CO2. Esto debido a que el primero ha resultado ser mucho más eficiente (28 veces, exactamente) en la retención de rayos solares dentro de la atmósfera. Lo que implica que es un factor promotor de problemas como el calentamiento global.
Sin embargo, esto no implica que este no pueda existir en el mundo, de hecho, toda la materia orgánica que se descompone produce metano. El problema ocurre es cuando este gas incoloro e inodoro es producido por nosotros. Ya que, con actividades como la minería, la producción de petróleo y gas natural, la ganadería y varios tipos de cultivos estamos sobrecargando al planeta con este compuesto.
Un aumento continuo y peligroso
En la actualidad, estudios han comprobado que la humanidad ha estado produciendo mucho más metano del que se creía. Ahora, dos nuevas investigaciones hacen referencia de nuevo a este problema.
Sin embargo, esta vez los registros hacen incluso más énfasis en nuestra producción de metano. Ya que esta, según los datos obtenidos, ha llegado a niveles críticos y ha roto récords al superar todos los registros de emisión anteriores.
Gracias a estos datos, se pudo identificar que áreas como África, el sur de Asia y Oceanía eran unos de los principales emisores de este gas. Países como EE.UU. quedaron en el segundo lugar siguiendo a estas zonas muy de cerca. Ya que, estos también tienen un alto porcentaje de emisión en sus grandes ciudades.
Las investigaciones realizaron un recuento de las emisiones de metano hasta el 2017. Para ese año nada más, se registró que la atmosfera absorbió al menos 600 millones de toneladas del gas. Desde el 2000 hasta ese año, las temperaturas del mundo aumentaron entre 3 y 4 grados Celsius.
Ante esto, los científicos han advertido que es probable que los desastres naturales se vuelvan más comunes. Todo como una reacción del planeta al aumento sostenido de temperaturas. Por esto, situaciones como incendios forestales, sequías e inundaciones se harán cada vez más frecuentes.
La excepción a la regla
Por su parte, cabe destacar que Europa ha mostrado ser el único continente que ha logrado bajar sus emisiones de metano durante este periodo. Todo esto gracias a que han disminuido el consumo de carnes, han encontrado métodos más eficientes para cultivar variados alimentos y se han alejado de la fabricación química.
Marielle Saunois, autora francesa que lideró el estudio de la publicación de Earth System Science Data, ha comentado:
“Las políticas y una mejor gestión han reducido las emisiones de los vertederos, del estiércol y otras fuentes aquí en Europa. La gente también come menos carne de res y más aves y pescado”.
Básicamente, con esto ha señalado que el cambio de dirección se ha logrado a través de variados cambios orientados específicamente a la disminución de este gas. Asimismo, refleja que un cambio en el estilo de vida de las personas será vital para hacer la diferencia.
¿Por qué hay tanto metano en el ambiente?
Las emisiones humanas han tenido mucho que ver en este ámbito. Debido a las actividades como la explotación petrolera, la ganadería y diversos tipos de agricultura, desde el 2000, año a año ha habido un aumento del 9% en las emisiones globales. Es decir que, anualmente se sumaron 50 millones más de toneladas de metano a la atmosfera, con relación al año anterior.
Con esto, nos queda claro de nuevo que la humanidad ha subestimado su producción de metano por décadas. Tan solo en el 2017, de las más de 600 millones de toneladas que recibió la atmósfera 227 millones pertenecían al mundo de la agricultura y 108 millones al de la explotación petrolera.
Por su parte, las emisiones de origen natural se han mantenido relativamente estables. Recientemente, surgió una preocupación por que se descubrió que el derretimiento de los polos estaba causando que el Ártico emitiera metano que estuvo atrapado en las capas de permafrost. No obstante, en los estudios antes mencionados, ninguno de los investigadores observó un aumento desmedido en la liberación de metano de los polos. Por lo que, no se puede tomar a este como un factor influyente en el exceso de este gas que se produce ahora en el mundo.
Vacas y combustible una dupla dispareja y peligrosa
A pesar de que en sumatoria las actividades de agricultura han demostrado ser más perjudiciales que la explotación petrolera, existe una variante dentro de la primera que se mantiene a la par con la producción de petróleo y gas natural: la ganadería.
Según las investigaciones, las emisiones de metano de las vacas pueden llegar a ser tan perjudiciales como la explotación del petróleo. Ante esto, Rob Jackson, profesor de ciencias del sistema terrestre en la Facultad de Ciencias de la Tierra, Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Stanford, ha dicho:
“Las emisiones del ganado y otros rumiantes son casi tan grandes como aquellas de la industria de combustible fósil, para el metano. La gente bromea sobre las vacas con gases sin darse cuenta de cuán grande es realmente la fuente”.
¿La cuarentena por la pandemia del COVID-19 podría ser beneficiosa para este ámbito?
A pesar de que el encierro al que el coronavirus nos ha arrojado ha colaborado con la disminución de emisiones de CO2 y ha tenido otros beneficios para el ambiente, para el caso del CH4 la diferencia no ha sido notoria. Incluso Jackson, quien también es líder del Proyecto Global de Carbono, ha comentado que:
“No hay posibilidad de que las emisiones de metano disminuyan tanto como las emisiones de dióxido de carbono debido al virus. Todavía estamos calentando nuestras casas y edificios, y la agricultura sigue creciendo”.
Lo que implica que las áreas cotidianas en donde se encuentran las producciones más significativas de gas metano, no se han visto afectadas por la pandemia. Como consecuencia, en este particular 2020, seguimos emitiendo peligrosas cantidades de metano con cada segundo que pasa.
Necesitamos una restructuración total
“Tendremos que comer menos carne y reducir las emisiones relacionadas con el ganado y la ganadería y reemplazar el petróleo y gas natural en nuestros autos y hogares”, acota Jackson.
Básicamente, tendremos que desarrollar un modo de vida completamente nuevo, orientado a recudir sistemática y eficazmente la producción de metano de nuestras actividades diarias y productivas. Para el caso del ganado, la única opción plausible es que las personas disminuyan su ingesta de carne y se vayan por otras alternativas. Asimismo, cambiar la alimentación de las vacas por una sustentada en algas, por ejemplo, podría disminuir la cantidad de gases que estas emiten.
Por otro lado, nuestro uso de los productos fósiles para tener energía son otros de los principales motivos de la producción de gas metano. Por lo que, tendremos que dejar de lado estos elementos y comenzar a trabajar con otros más orientados a la conservación del ambiente.
Si queremos hacer la diferencia verdaderamente, este es el momento para cambiar.
Mayor información: R B Jackson, M Saunois, P Bousquet, et al. «Increasing anthropogenic methane emissions arise equally from agricultural and fossil fuel sources». Environmental Research Letters, Published: 15 July, 2020.
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