La historia evolutiva de los perros está estrechamente relacionada con los humanos. La presión selectiva provocada por la cría de los ejemplares con aspecto y condiciones físicas deseadas por los humanos han moldeado el físico de estos animales domésticos durante los últimos entre 10.000 y 15.000 años.
Los criadores de perros han estado dando forma a la forma en que los animales se ven y se comportan durante siglos. Esa intromisión en la evolución canina también ha esculpido el cerebro de los perros.
La estructura del cerebro del perro varía según las razas y se correlaciona con comportamientos específicos, según una nueva investigación publicada en JNeurosci. Estos hallazgos muestran cómo, al criar selectivamente ciertos comportamientos, los humanos han moldeado el cerebro de sus mejores amigos.
Durante varios cientos de años, los humanos han criado selectivamente perros para expresar características físicas y de comportamiento específicas. Erin Hecht y sus colegas investigaron los efectos de esta presión selectiva en la estructura del cerebro mediante el análisis de imágenes de resonancia magnética de 33 razas de perros. El equipo de investigación observó una amplia variación en la estructura del cerebro que no estaba simplemente relacionada con el tamaño del cuerpo o la forma de la cabeza.
Luego, el equipo examinó las áreas del cerebro con la mayor variación entre las razas. Esto generó mapas de seis redes cerebrales, con funciones propuestas que variaban desde la vinculación social hasta el movimiento, que estaban asociadas con al menos una característica de comportamiento. La variación en los comportamientos entre las razas se correlacionó con la variación anatómica en las seis redes cerebrales.
Las imágenes de resonancia magnética se tomaron de perros con anatomía cerebral normal en el Hospital de Enseñanza Veterinaria de la Universidad de Georgia en Atenas. Si bien el estudio no fue diseñado para vincular directamente la forma del cerebro con el comportamiento, los resultados ofrecen algunas pistas.
Los investigadores identificaron grupos de áreas del cerebro, como las regiones de olfato y sabor, que mostraron la mayor variabilidad entre razas. Esos grupos están involucrados en comportamientos especializados que a menudo sirven a los humanos, como cazar por el olfato, proteger y brindar compañía a las personas, según sugieren estudios anteriores.
Los autores asumieron que los perros en el estudio eran todas mascotas. Es posible que los perros ampliamente entrenados para trabajos especializados, como el pastoreo de ovejas, la detección de bombas o guiar a los ciegos, puedan tener cerebros aún más distintos.
Estudiar la variación neuroanatómica en perros ofrece una oportunidad única para estudiar la relación evolutiva entre la estructura y el comportamiento del cerebro.
Mayor información en: Erin E. Hecht, Jeroen B. Smaers et al «Significant neuroanatomical variation among domestic dog breeds» The Journal of Neuroscience, Published: 2 September 2019.