Cada vez es más común escuchar a las personas referirse a sí mismas como “madres” o “padres” de sus mascotas. Pero, ¿por qué los seres humanos establecen relaciones tan estrechas con sus compañeros animales?
En este artículo, exploraremos las bases evolutivas y neurobiológicas de la relación entre personas y mascotas, y cómo estas explican por qué algunas personas ven a sus animales como si fueran sus hijos.
Antecedentes: la antrozoología y el papel de las mascotas en nuestras vidas
La antrozoología es el estudio de las interacciones entre humanos y animales. Durante décadas, los investigadores han examinado el vínculo entre las personas y sus mascotas, encontrando que estas relaciones pueden ser beneficiosas para el bienestar físico, social y emocional de los seres humanos (Serpell, 2000).
Los estudios han demostrado que tener una mascota puede reducir la presión arterial, mejorar la salud mental y aumentar la calidad de vida (Friedmann et al., 2011).
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La evolución del cuidado parental y la crianza de mascotas
La teoría evolutiva sugiere que los humanos han desarrollado una predisposición a cuidar a los demás, una característica conocida como “alloparenting” (Hrdy, 2009).
Esta adaptación evolutiva permitió a nuestros antepasados cooperar en la crianza de los hijos y aumentar las posibilidades de supervivencia de la especie.
Algunos investigadores sugieren que esta necesidad evolutiva de cuidar a los demás puede explicar, en parte, por qué algunas personas eligen criar mascotas en lugar de tener hijos (Charles, 2013).
La neurobiología de la relación humano-animal
Un estudio realizado por investigadores del Massachusetts General Hospital (MGH) examinó cómo se activan ciertas áreas del cerebro cuando las mujeres ven imágenes de sus hijos y de sus perros (Stoeckel et al., 2014).
Los resultados mostraron que áreas del cerebro asociadas con la emoción, la recompensa, la afiliación, el procesamiento visual y la interacción social mostraron mayor actividad cuando las participantes veían imágenes de su propio hijo o de su propio perro.
Además, se encontró que la actividad en la región del cerebro conocida como substantia nigra/ventral tegmental area (SNi/VTA), importante para la formación de vínculos, solo se activó en respuesta a imágenes de los hijos de las participantes.
La importancia de las diferencias individuales y culturales
Es fundamental tener en cuenta que las relaciones entre personas y mascotas pueden variar considerablemente según factores individuales y culturales.
Por ejemplo, algunas personas pueden ver a sus mascotas como miembros de la familia, mientras que otras pueden considerarlas como compañeros o incluso como propiedades.
Además, las actitudes y las prácticas de crianza de mascotas pueden variar entre diferentes culturas y sociedades (Herzog, 2010).
Conclusión
La relación entre las personas y sus mascotas es compleja y multifacética. La investigación en antrozoología, evolución y neurobiología sugiere que la necesidad evolutiva de cuidar a los demás y la activación de ciertas áreas del cerebro podrían explicar por qué algunas personas ven a sus mascotas como si fueran sus hijos.
Sin embargo, también es esencial considerar las diferencias individuales y culturales al abordar este fenómeno. A medida que continúe la investigación en este campo, es probable que se descubran más detalles sobre la naturaleza de la relación entre humanos y animales y cómo influye en nuestras vidas.
Referencias