Cómo el estrés acelera el reloj de envejecimiento de sus cromosomas.

El envejecimiento es inevitable para todos los organismos vivos, y aunque todavía no sabemos exactamente por qué nuestros cuerpos se vuelven cada vez más decrépitos, estamos comenzando a comprender cómo sucede.

Nuestra nueva investigación, publicada en Ecology Letters, señala los factores que influyen en uno de los aspectos más importantes del proceso de envejecimiento, en el nivel fundamental de nuestro ADN. Sugiere cómo el estrés puede hacer que el reloj biológico bioquímico integrado en nuestros cromosomas funcione más rápido.

El ADN, el material genético de nuestras células, no flota libremente en los núcleos de las células, sino que se organiza en grupos llamados cromosomas. Cuando una célula se divide y produce una réplica de sí misma, tiene que hacer una copia de su ADN, y debido a la forma en que funciona este proceso, siempre se pierde una pequeña porción en un extremo de cada molécula de ADN.

Para proteger las partes vitales del ADN de la pérdida en el proceso, los extremos de los cromosomas están cubiertos con secuencias especiales llamadas telómeros. Estos se reducen gradualmente durante las sucesivas divisiones celulares.

Esta pérdida gradual de telómeros actúa como un reloj celular: con cada replicación se acortan y, en cierto punto, se vuelven demasiado cortos, obligando a la célula a un proceso de muerte programado. 

La pregunta clave es qué significa realmente este proceso, que se desarrolla a nivel celular, para nuestra mortalidad. ¿Importa tanto el destino de las células individuales? ¿El reloj de los telómeros realmente cuenta el tiempo restante que nuestros cuerpos tienen para vivir?

El envejecimiento celular es solo uno de los muchos componentes del envejecimiento, pero es uno de los más importantes. El deterioro gradual de los tejidos de nuestro cuerpo y la muerte irreversible de nuestras células son responsables de los efectos más conspicuos del envejecimiento, como la pérdida de aptitud física, el deterioro de los tejidos conectivos que provocan arrugas en la piel o enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson.

¿Qué nos hace funcionar?

Otra pregunta crucial es: ¿existen factores que aceleren o disminuyan la pérdida de nuestros telómeros?

Hasta ahora, nuestras respuestas a esta pregunta han sido incompletas. Los estudios han proporcionado vislumbres de posibles mecanismos, lo que sugiere que cosas como las infecciones o incluso dedicar energía adicional a la reproducción podrían acelerar el acortamiento de los telómeros y acelerar el envejecimiento celular.

Esta evidencia es fragmentaria, pero todos estos factores parecen tener una cosa en común: causan “estrés fisiológico”. En términos generales, nuestras células están estresadas cuando sus procesos bioquímicos se ven interrumpidos, ya sea por falta de recursos o por alguna otra razón. Si las células pierden demasiada agua, por ejemplo, podríamos decir que están en “estrés de deshidratación”.

Los tipos de estrés más familiares también cuentan. El cansancio y el exceso de trabajo nos ponen bajo estrés crónico, al igual que sentirnos ansiosos por períodos prolongados. La falta de sueño o el estrés emocional pueden alterar las vías celulares internas, incluido el funcionamiento de los telómeros.

Con esto en mente, nos hicimos una pregunta simple. ¿Pueden varios tipos de estrés experimentado por un individuo realmente acelerar su tasa de envejecimiento?

Estrés y tensión

En nuestra investigación, dirigida por mi colega Marion Chatelain de la Universidad de Varsovia (actualmente Universidad de Innsbruck), decidimos analizar esta cuestión de la manera más amplia posible. 

Muchos estudios han analizado este problema en especies específicas, como ratones, ratas y diversas especies de peces y aves (tanto salvajes como en el laboratorio). Recopilamos la evidencia disponible en un resumen del conocimiento existente, en todos los organismos vertebrados estudiados hasta ahora.

La imagen emergente sugiere claramente que la pérdida de telómeros se ve profundamente afectada por el estrés. En igualdad de condiciones, el estrés acelera la pérdida de telómeros y acelera el reloj celular interno.

Es importante destacar que el tipo de estrés es importante: con mucho, el mayor impacto negativo es causado por las infecciones por patógenos, la competencia por los recursos y la inversión intensiva en reproducción.

Otros factores estresantes, como la mala alimentación, los trastornos humanos o la vida urbana, también aceleraron el envejecimiento celular, aunque en menor medida.

Poniéndose radical

Surge una pregunta natural: ¿qué hace que el estrés ejerza una influencia tan poderosa en los relojes celulares? ¿Hay un solo mecanismo, o muchos? Nuestro análisis puede haber identificado un posible candidato: “estrés oxidativo”.

Cuando las células están estresadas, esto a menudo se manifiesta a través de una acumulación de moléculas oxidantes, como los radicales libres. Residiendo en los extremos expuestos de nuestros cromosomas, los telómeros son objetivos perfectos para el ataque de estas moléculas químicamente reactivas.

Nuestro análisis sugiere que, independientemente del tipo de estrés experimentado, este estrés oxidativo podría ser el proceso bioquímico real que vincula el estrés y la pérdida de telómeros. En cuanto a si esto significa que deberíamos comer más antioxidantes para proteger nuestros telómeros, esto ciertamente requiere más investigación.

Sé lo que te estás preguntando: ¿significa esto que hemos descubierto el secreto del envejecimiento? ¿Podemos usar este conocimiento para retrasar el proceso de envejecimiento o detenerlo en seco? La respuesta corta es no.

El envejecimiento es demasiado fundamental para nuestra biología para deshacerse de él por completo. Pero nuestro estudio subraya una verdad importante: al reducir el estrés, podemos hacer un gran favor a nuestros cuerpos.

En el mundo moderno, es difícil escapar del estrés por completo, pero podemos tomar decisiones cotidianas para reducirlo. Duerma lo suficiente, beba suficiente agua, coma saludablemente y no se esfuerce demasiado. No le comprará vida eterna, pero debería mantener sus células funcionando muy bien.

Autor: Szymek Drobniak, Miembro de DECRA, UNSW. Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons.

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